Bogotá en la pintura
Durante diferentes momentos de su historia, la ciudad de Bogotá ha sido retratada en obras de arte realizadas por múltiples artistas. Lugares de una gran importancia y sitios pérdidos en el tiempo, han sido fuente de inspiración en la realización de diversas pinturas y acuarelas. En esta oportunidad, recordaremos las historias detrás de un grupo de obras que han intentado hacer un retrato de diferentes lugares de Bogotá.
En tiempos coloniales (1538 – 1819), las obras artísticas realizadas en los terrritorios que hoy conocemos como Bogotá y Colombia, se orientaron principalmente a retratar escenas religiosas y personajes ilustres de la nobleza santafereña. Pintores como Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos y Gaspar de Figueroa, nacidos en Santa Fé durante finales del siglo XVII, fueron algunos de los mayores referentes de la pintura colonial en Santa Fé y el Nuevo Reino de Granada.
Después de los tiempos de la independencia (1810 – 1819), la ciudad y el país emprendieron un largo camino en busca crear una república póspera y moderna. En este proceso, la ciudad empezó a transformarse profundamente. La población fue creciendo lentamente y las fachadas de las casas del antiguo sector de La Catedral, pasaron por diferentes cambios. Se empezaron a usar materiales de construcción como el cemento y se usaron recursos decorativos como el vidrio.
Pintores como Manuel María Paz (1850) y Henry Prince (1847), integrantes del grupo de científicos y artistas que hicieron uno de los mapas más exactos del territorio colombiano realizados hasta el momento, nos dejaron algunas valiosas obras de arte que nos recuerdan algunos paisajes del pasado de la ciudad. Esta importante expedición es recordada como la comisión corográfica. Aquella Bogotá era atravezada por el rió San Agustín y el río San Francisco, tenía casas de above, tapia pisada y tejas de barro cocido. Además, la ciudad era habitada por menos de 70 mil habitantes. Allí se ubicaron grandes templos, hoy desaparecidos, como el Convento de Santo Domingo y el Iglesia de Santa Inés.
Durante aquellos años, los puentes fueron muy importantes. Estos permitían el paso de personas y mercancías entre el tradicional sector de La Catedral y el barrio de Las Nieves. Miles de bogotanos y bogotanas, recorrieron estos famosos puentes transportando agua, alimentos y materiales de construcción. Visitantes de diferentes lugares del mundo, atravezaron los punetes en carrozas o caballos. Entre los más conocidos, recordaremos al Puente de San Miguel, Puente de San Francisco, Puente de Las Aguas y el Puente de Los Libertadores. Algunos artistas colombianos, realizaron bellos retratos del desaparecido Puente de San Francisco, ubicado en el mismo lugar en donde hoy se encuentra la carrera séptima con calle Jímenez.
Durante el siglo XIX, Bogotá aún tenía obras arquitectónicas vinculadas directamente con el origen de la historia de la ciudad. Después de su llegada desde Santa Marta en 1536, las tropas organizadas por el licenciado en leyes y militar, Gónzalo Jímenez de Quesada, decidieron establecerse definitivamente en el territorio ubicado entre el río Vicaxhá (luego, río San Francisco) y el rio Manzanares (rio San Agustín). Muy cerca al lugar en que en la actualidad se encuentra el Parque Santander, se construyó la popular érmita del Humilladero, en dónde se celebró la primera eucaristía en la historia de la ciudad. Fue la primera iglesia de teja que tuvo Bogotá y fue consagrada el 6 de agosto de 1544, a escasos cinco años de la fundación de la ciudad. Esta importante capilla / érmita, se consrvó hasta el 20 de abril del año de 1887, fecha en la que se ordenó su demolición.
Sin duda, uno de los lugares más importantes de Bogotá, es la tradicional Plaza Mayor. En este sitio, se localizó por casi trecientos años el conocido chorro del mono de la pila, el cual abastió de agua a miles de habitantes de la antigua ciudad de Bogotá. Además, se encuentran importantes edificios como la Capilla de Sagrario, el Palacio Arzobispal, el Colegio Mayor de San Bartolomé y el Capitolio Nacional de Colombia.
Durante las primeras décadas del siglo XX, la ciudad de Bogotá, vivió profundas transformaciones. La construcción de la Avenida Jímenez y la canalización del Rio San Francisco, fueron un símbolo de la modernidad del país y su búsqueda por superar su pasado colonial. Así reseñaba el períodico El Gráfico, la construcción de esta importante Avenida en 1924:
“La gran avenida Jiménez de Quesada, de máxima importancia e imprescindible necesidad de esta obra que está atravesando el centro de la ciudad ha de venir a acabar con la pavorosa congestión del tráfico en nuestras estrechísimas calles […] (El Gráfico, 1924)
En 1938, se festejaron los 400 años de la fundación de la ciudad de Bogotá con los Juegos Panamericanos. Sergio Trujillo Magnenat, destacado estudiante de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Colombia, fue encargado de hacer un grupo de ilustraciones que retrataron diferentes lugares de la ciudad de aquellos años.
Precisamente, en 1938, se inauguraría una de las vías que en su momento se destacaba por su belleza y amplitud. Nos referimos a la Avenida Caracas, la cual se extendió en medio de los barrios de La Soledad y La Merced, recientemente construidos. Curiosamente, este punto de Bogotá, también fue retratado por Trujillo Magnenat durante estos años.
Con el paso del siglo XX, la fotografía ganó un lugar muy importante en la producción de imágenes de la ciudad. Paulatinamente, la pintura y otras artes gráficas fueron perdiendo protagonismo. Sin embargo, nos permiten recordar y conocer momentos y lugares perdidos en el tiempo.