Historias de La Candelaria
Los caminos que limitan con los imponentes cerros orientales de Bogotá, han sido testigos de diversas escenas. Aunque actualmente este lugar de Bogotá es conocido como La Candelaria, este mismo sitio ha tenido otros nombres y significados. En esta oportunidad, recordaremos algunas historias y relatos que ocurrieron en las calles más antiguas de la ciudad de Bogotá.
En tiempos prehispánicos, es decir, antes del año 1492, este lugar del mundo era llamado Bacatá. En vocablo chibcha, estas palabras significan tierra de labranza. Los muiscas, comunidad indígena que habitó este lugar, realizaban rituales muy particulares. En cada fiesta ancestral indígena, se conmemoraba la fertilidad del agua, eje fundamental de la vida de los animales, las plantas y los humanos. En el mismo lugar en el que hoy se encuentra la tradicional Avenida Jiménez de Bogotá, había una gran rio llamado vicachá. En este lugar, se realizaban los rituales de nacimiento que buscaban recordar el mito originario de la comunidad. Se comentaba que el principio del mundo está vinculado con el nacimiento de bachué, quien emergió de la laguna de Iguaque con su hijo, Bochica. El nacimiento de los miembros de la comunidad muisca, se realizaba a la orilla de lagunas y ríos en conmemoración del mito original.
Después del final del siglo XVI, ocurrieron diversas transformaciones en el territorio que hoy es La Candelaria. Aunque se repite con frecuencia que la fundación de Bogotá ocurrió en el llamado chorro de Quevedo, no existe suficiente evidencia histórica para hacer esta afirmación. Por otro lado, sabemos que Gonzalo Jiménez de Quesada, licenciado y militar granadino, quien había estudiado leyes en Salamanca, fue encargado por Alonso Fernández de Lugo, para emprender una campaña colonizadora hacia el sur de Sudamérica. El 6 de abril de 1536, Jiménez partiría del actual territorio de Santa Marta, junto a 1500 infantes y 200 jinetes, entre los que se encontraba Gonzalo Suarez Rendón, quien había luchado contra los franceses en Pavía.
Después de un largo viaje de dos años, a través del rio grande del Magdalena, acompañados de inclementes lluvias, mosquitos con zumbidos amenazantes, junto a serpientes y tigres, la campaña de Jiménez, arribó finalmente a la Sabana de Bogotá, por el camino de Nemocon, Teusa y Zipaquirá. Decidieron establecerse junto a las montañas, con el objetivo de tener un punto de vista que les permitiera ver la llegada de enemigos. En el mismo lugar en el que hoy se encuentra el Parque Santander, se celebró una eucaristía católica, realizada con el objetivo de encomendar este lugar al gobierno del rey de España, Carlos V.
Esta celebración fue el símbolo de la fundación de Bogotá. Ocurrió el 6 de agosto de 1538 y fue realizada en una capilla pajiza que será recordada como la primera iglesia de Bogotá: la ermita del Humilladero. Alrededor de este lugar, se establecieron las dos primeras órdenes religiosas en Santa Fe: San Francisco y Santo Domingo.
En las primeras décadas del siglo XVII, la ciudad de Bogotá tenía una distribución completamente diferente. El sector que hoy conocemos como La Candelaria, fue conocido como La Catedral. Allí vivieron los virreyes que gobernaron en Santa Fe y se localizaron las edificaciones más importantes de la ciudad.
Entre el siglo XVI y XVII, se alzaron las sedes de la Real Audiencia, el Cabildo Secular, la Cárcel de la Corte y se instaló el mono de la pila, la fuente más visitada de la ciudad. También se construyeron la Capilla del Sagrario, el Colegio del Rosario y el Colegio de San Bartolomé.
Un tiempo después, en 1771, el virrey de la Nueva Granada, llamado Pedro Massia de la Zerda, quien vivía en Santa Fe, fue invitado al distinguido Palacio de San Carlos a conocer una bebida muy famosa en este tiempo: el Café. En el distinguido barrio de La Catedral también se creó el clásico Teatro El Coliseo (1792), en donde posteriormente funciono el Teatro Maldonado (1840) y el popular Teatro Colon (1892). Allí se presentó ópera, zarzuela y teatro.
Después de la llegada de los españoles comandados por Pablo Morillo entre 1816 y 1819, el hombre encargado de gobernar Santa Fé, actual Bogotá, fue el conocido virrey Sámano. Su vivienda se localizó en la distinguida Calle 10 a la altura de la Carrera tercera. El 9 de agosto de 1819 llegó la noticia a la capital de la derrota de las tropas de apoyo comandadas por José Barreiro en la batalla de Boyacá, con lo cual Sámano huyó precipitadamente a Cartagena de Indias, donde su autoridad fue desconocida. Navegó hasta Jamaica, apareciendo luego en Panamá, sin mando administrativo ni mando directo de tropas. En esta situación dimitió, anciano y abrumado por las enfermedades, quedándose a vivir en la ciudad hasta su muerte en julio de 1821, en espera del permiso para volver a España. Algunos comentan que el desesperado espíritu de Juan de Sámano aun deambula por las calles de La candelaria.